En abril de 1982, Dalmiro Bustos y Elena Noseda vivieron uno de los momentos más difíciles de sus vidas cuando Fabián, el hijo mayor de este matrimonio, es enviado a enfrentar, con otros conscriptos, a las tropas inglesas en la árida geografía de las islas Malvinas. A casi 40 años de este hecho Dalmiro, Elena y sus dos hijos menores relatan con emoción lo que no pudieron decir entonces, en un intento de ir tras las huellas de Fabián y poner así en palabras las angustias y los dolores que aún permanecen latentes.
“En la película se transpira sobre lo que muere en una guerra y muere un poco de vida y ese es el daño que queda. Y pinceladas de vida en medio de la muerte fue lo que quisimos rescatar, además de tomar nota acerca de que los traumas sociales y las heridas permanecen en algún lado del cuerpo, en la experiencia social”, postula Fraile en charla con Télam.